Mi Cuento Fantástico 2022

Las leyendas costarricenses en el mundo de los humanos

En un bosque muy lejano cuyo nombre no deseo mencionar viven las más espeluznantes criaturas que tu mente pueda imaginar. Es un bosque sombrío, oscuro y tenebroso, con grandes árboles milenarios que por su fantasmagórica forma parecen ser temibles monstruos. Ahí sirven de refugio a bulliciosos cuervos, peludas ardillas de ojos rojos brillantes, horripilantes murciélagos y feroces conejos dientones.

Encerrados en una cueva en lo más profundo del lugar están: La Tule Vieja, La Llorona, La Segua, El Cadejos, Los Duendes, La Mona, El Dueño del Monte, El Padre Sin Cabeza, La Carreta Sin Bueyes y otros más, leyendas costarricenses que a muchos pueden intimidar.

Cierto día bajo la brillante luz de la luna llena, La Llorona que estaba cansada de su encierro y aturdida por el sufrimiento de haber perdido a su hijo, reunió a todas las demás leyendas para proponerles fugarse de ese lugar. Con una voz trémula ella exclamó:
- compañeros, vengo a proponer un plan de fuga. Me siento triste de estar encerrada y de no poder buscar a mi bebé. ¿No les gustaría poder salir de acá, estar libres y disfrutar de las preciosidades del mundo exterior?
La Tule Vieja indicó: - estoy de acuerdo, necesito salir porque al igual que tú, debo encontrar la criatura que perdí.
La Mona asintió y dijo: - también quiero salir, deseo colgarme y brincar en las ramas de los árboles, extraño el canto de los pájaros, el fluir del viento y el delicioso aroma de las flores.

Después de varias horas decidieron que los primeros en salir a explorar y a asustar serían: Los Duendes, El Cadejos, el Dueño del Monte, La Mona, La Tule Vieja y La Llorona. Los Duendes coloridos y traviesos buscarían lugares donde hay niños, El Cadejos por jocosidad iría a la ruidosa y fiestera ciudad; mientras que La Mona, El Dueño del Monte, La Tule Vieja y La llorona irían a bosques, montañas, llanuras y volcanes.

Entre todos, utilizando manos, garras y patas, comenzaron a cavar y construir un túnel que los conduciría rumbo al mundo de los humanos, pues la puerta principal estaba custodiada por un ángel guardián quien no los dejaría escapar jamás.

Una vez fuera del túnel, todos se trasladaron a los lugares indicados; los duendes visitaron algunas casas y los niños ni atención les pusieron, estaban jugando con sus tablets y celulares por lo que tristes de ahí se fueron. Llegaron a una gran escuela donde con piruetas y dulces captaron la atención de unos pocos niños, quienes al verlos les comenzaron a hacer bullying debido a su extraño aspecto y su diminuto tamaño, les decían tantos improperios que sus corazones en mil pedazos les rompieron.

El Cadejos recorrió las calles de San José y ahí unos delincuentes con pasamontañas y ropa negra lo asaltaron y lo despojaron de sus cadenas, no sin antes golpearlo sin piedad, olvidando cualquier ley en contra del maltrato animal. Ninguno de sus gritos de dolor les conmovió; herido, maltrecho y con lágrimas en los ojos, esta criatura por la ciudad pidiendo ayuda deambuló, pero nadie le atendió. La Llorona y la Tule Vieja fueron a recorrer los bosques y notaron que su exuberancia no era la misma de antes, ahora había pocos y como consecuencia de ello, ríos y quebradas se estaban secando. Eso hizo que su preocupación aumentara y que lloraran de desesperación pues sabían que sin agua a sus hijos nunca podrían encontrar.

La Tule Vieja exclamó: - vámonos de acá, mi corazón se llena de tristeza, acomodó su sombrero, elevó sus alas y comenzó a volar. La Llorona gritó de dolor y de sus ojos dos grandes cascadas fluyeron sin cesar, luego, corriendo en zigzag se alejó de ese lugar.

La Mona y el Dueño del Monte se habían ido para Crucitas. Cuando llegaron vieron que todo estaba destruido y que el impacto ambiental era gravísimo, la desolación se había adueñado del hogar y el Dueño del Monte exclamó: - cientos de hectáreas de bosque han sido dañados, ya no soy dueño de nada. No me importa la plata ni siquiera el oro, lo que quiero es un mundo donde la naturaleza sea el verdadero tesoro. La Mona sollozó y asintió, tampoco tendría ramas de donde columpiarse y chillar para asustar a los transeúntes de ese lugar.

Sin darse cuenta todos pensaron huir del mundo de los humanos y volver a su encierro ya que ahí no existía bullying, maltrato animal, delincuencia ni daño ambiental.

Llegando a su antiguo hogar comenzaron a contar lo que allá afuera se veía y con el perdón del ángel guardián decidieron tapar la entrada y salida del túnel y prometieron de ahí nunca más volver a salir.


Autor(a) Ian Monge Miranda
Escuela Higuito
Docente Leana Ulate Castro
Director(a) Ronald Hernández Hernández
Dirección Regional Desamparados