Mi Cuento Fantástico 2022
La planta del bosque
-¡Vaya clima tan reconfortante! - dijo estirando su pequeño cuerpo. Luego miró hacia arriba y descubrió el cielo lleno de nubes grises y apelotadas como algodones flotantes. Continuó observando todo a su alrededor. Sus raíces se habían asentado en el borde de un estrecho camino por el que solían pasar turistas llenos de vistosos sombreros y negras cámaras que luego se llenaban de mil fotos para recuerdos.
Fue así como entre mañanas soleadas y tardes de frías lluvias, la plantita crecía rodeada de otros seres que le ofrecían diálogos cordiales y le llenaban de sueños, como cuando el tucán le contaba sobre los viajes que realizaba atravesando el bosque, con las alas bien abiertas y el viento dándole en la cara. O cuando las ruidosas guacamayas se quejaban de las rápidas escapatorias que debían hacer, intentando ocultarse de las personas que las seguían para fotografiarlas. O las hormigas, que iban siempre marchando sin parar. Uno, dos. Uno, dos. Llevando semillas y fruto hacia adentro del hormiguero.
-¡Cómo quisiera ser un ave y ver el mundo! - se decía entonces la planta. - O formar parte de un ejército tan importante como el de las hormigas; tener flores como las hermosas orquídeas o ser tan alta como las ceibas. ¡Quisiera que me admiraran como al majestuoso quetzal o ser tan útil como los robles, que cuentan que sus antepasados construyeron las ciudades en las que habitan los humanos!
Luego, al caer la noche se dormía profundamente y soñaba que todo eso que deseaba se volvía realidad.
Un día mientras miraba las ardillas jugando en los troncos secos, se percató que por el sendero, venía un grupo de personas que analizaban todo a su paso. Al llegar junto a ella, le miraron con curiosidad y entablaron una conversación confusa. Luego, sin darle tiempo a entender lo que pasaba y ante la mirada atenta de los otros seres del bosque, se agacharon y con cuidado la sacaron de la tierra en la que había vivido desde que nació.
-¿Adónde me llevan?- les gritaba. Pero no le escuchaban. Fue así como sin tiempo de despedirse de nadie, la colocaron en una maceta, la subieron en un auto y se la llevaron... Después de mucho viajar se durmió pensando qué sería ahora de su vida.
Al despertar se encontró en un lugar desconocido para ella, frío y lleno de herramientas extrañas y personas de batas blancas que la miraban con asombro. - ¿Será que tengo algo malo? - se preguntaba. Pero ellos la miraban felices y dichosos.
Así pasaron unos días en los que la analizaban, la regaban, la abonaban y la mantenían en constante vigilancia. - Ahora sí que soy importante con todas estas atenciones - se decía. -¡Ojalá mis amigos del bosque me vieran ahora!
La pequeña planta, ahora convertida en un hermoso ejemplar de Pentagonia, el cual era su nombre científico, según la llamaban todos los días los hombres de blanco, pasó el tiempo siendo aplaudida y elogiada por ser una especie única dentro de su clase y en el país donde nació. La llevaban a conferencias y repartían volantes con su foto en la portada. Ella se erguía orgullosa y dejaba que la admiraran. - Es bueno recibir estas atenciones - se decía. Pero en las noches cuando se quedaba sola se sentía triste.
Una noche mientras dormía, en sus sueños volvió a sentir el olor de la tierra mojada por la lluvia tropical, vio los hongos naciendo en las bases de los árboles con sus cabezas de colores, escuchó el canto de los grillos y las chicharras ruidosas al caer la noche, y los búhos con sus voces roncas cuando todas las demás aves ya duermen. Despertó de pronto y se dio cuenta que extrañaba todo lo que una vez tuvo, que ciertamente donde estaba ahora era un lugar donde le admiraban, pero que su verdadera felicidad estaba en el bosque rodeada de las risas e historias de sus amigos queridos. Al despertar sintió la necesidad de volver allá y se puso a pensar cómo podía lograrlo.
-¡Qué difícil! - se dijo. - No puedo escapar, ni siquiera tengo piernas - y se puso a llorar. Cerca de la ventana, se encontraba un nido de yigüirros a los que la planta saludaba todos los días, y al verla llorando tan desesperadamente se acercaron a preguntarle qué le pasaba. Los yigüirros escucharon su historia y se propusieron ayudarle a regresar al bosque. Entonces esperaron que todos en el laboratorio se hubieran retirado y ¡manos a la obra! Empezaron el plan de rescate.
Las aves entraron por la ventana, pusieron a la planta en una bolsa y sin más salieron volando con ella a cuestas. Luego de mucho rato, empezaron a ver a lo lejos las copas de los árboles y a sentir la humedad abrazadora del bosque. - ¡Estamos llegando! - gritó la planta y ahora lloraba pero de alegría.
Bajaron lentamente y la planta fue guiando a los yigüirros hasta el lugar donde estuvo sembrada cuando se la llevaron. Sus amigos del bosque estaban muy felices y asombrados de verla y la recibieron con mucha alegría. Le contaron que se enteraron por boca de los turistas que seguían llegando todos los días, que ella era un ejemplar de una planta muy poco común y que gracias a eso habían convertido el bosque en un Refugio de Vida Silvestre donde ahora todos vivirían más seguros. La planta les contó todo lo que había vivido y su anhelo de regresar a ese bosque donde los días se llenaban del chillar de los monos y las noches del canto de los insectos.
He aprendido, les dijo, que más importante que la fama es el cariño y la compañía de los seres que siempre han estado a tu lado. Esa noche en el bosque nadie durmió, todos conversaban y reían alegremente. La planta, acompañada de sus amigos se sintió más dichosa que nunca, a lo lejos escuchaba el sonido del río y arriba en el cielo oscuro brillaban las estrellas. No podía ser más feliz.