Mi Cuento Fantástico 2022
El león sin melena
Tiempo después nació Toti, pero este no parecía ser como los demás leones salvajes. Toti era un leoncito color café claro, con garras y dientes afilados, pero con un gran corazón. Día a día la manada lo ayudaba en su crecimiento, confiados en que se convertiría en el mejor Rey de todos los tiempos.
Él iba a la escuela, aprendía a cazar, día y noche se preparaba para ser cada vez más intimidante.
En la escuela siempre se burlaban de él, porque no era como los demás, esto lo hacía sentir cada vez más triste y deprimido.
Fue creciendo y creciendo, pero no le salía melena, hasta que un día muy cansado de las burlas, decidió ir en busca de respuestas donde el gran dios, para demostrar a todos, y más a sí mismo, que era valiente y digno; así que esperó a que cayera la noche, tomó sus cosas y comenzó su viaje.
En el camino por la selva, se encontró con muchos problemas, uno de ellos era que unos conejitos tenían bloqueadas sus madrigueras por enormes rocas y no podían moverlas, entonces Toti, luego de un gran esfuerzo, logró moverla para que los conejos tuvieran abiertas sus madrigueras. Muy contentos, pudieron alimentarse y refugiarse de nuevo y como recompensa le dieron zanahorias para el camino.
Toti continuó con su viaje y se encontró con unas cebras a las que unos cocodrilos estaban molestando y no las dejaban tomar agua en el río, entonces les guió por otro camino y las cebras quedaron muy agradecidas con el león sin melena. A Toti no le importaba que se burlaran de él, de todos modos y sin pensarlo dos veces nunca dejó de ayudar a quien lo necesitara.
Al cuarto día de su viaje, encontró unos hipopótamos perdidos de su manada, los cuales, querían ir a un lago a tomar agua, pero no sabían hacia dónde dirigirse, entonces Toti los ayudó para llegar a su destino y como agradecimiento le dieron un poco de agua para su viaje.
Al quinto día, el león sin melena conoció a una jirafa, ella quería tomar unas hojas de acacia, las cuales eran sus favoritas, pero en el intento, se atoró su largo cuello entre las ramas y no podía escapar. Toti a como pudo se subió al árbol con gran agilidad y rompió las ramas, de paso, le bajó unas cuantas hojas para que la jirafa se alimentara tranquilamente. Ya estando a salvo, le compartió a Toti unas hojas de acacia, qué aceptó con gusto porque el leoncito era en demasía educado.
Al sexto día, Toti se encontró con un elefantito, quien no tenía una larga trompa como los demás. Al principio, él no paraba de reírse de Toti dudando de su fuerza, hasta que el gran león le tiró de su nariz y su trompa se estiró y quedó tan larga como la de los otros elefantes. Como agradecimiento, el elefante, contento con el tamaño de su nueva trompa, lo ayudó llevándolo a un perímetro de la selva para llegar más rápido a su destino.
Al séptimo día, Toti se topó con un avestruz en problemas, su cuello estaba atorado en un hueco y para empeorar la situación, este hoyo era por donde los topos entraban y salían de su madriguera. Viendo lo que sucedía, Toti no se quedó indiferente y como lo hizo con los demás animales, decidió ayudarles. Fue entonces que empujó el cuerpo del avestruz para sacar su cabeza del hoyo, hasta que por fin quedó despejada la entrada de los topos hacia su madriguera y el avestruz de nuevo pudo estirar su largo cuello. Como recompensa por la ayuda de Toti, la avestruz le dijo dónde estaba el río Bulú (Tigre), cerca de donde habitaba el Dios TkúwÖ (luciérnaga).
De esta manera, Toti arribó a su destino, muy cansado, pero agradecido de llegar a salvo. Primero invocó al dios TkúwÖ, quien lo recibió muy amablemente con un agua especial, que quitaba cualquier cansancio en los animales.
Repentinamente Toti le preguntó;
- ¿Por qué no soy feroz como los otros leones y por qué no tengo una enorme melena como los demás?
Entonces, el dios le contestó:
-No necesitas tener grandes características para ser un gran león, más bien, tú eres el león más inteligente y con el corazón más grande de la selva.
El dios había presenciado espiritualmente todo el recorrido de Toti por la selva; vio cada aventura y cómo Toti ayudaba sin titubear a los demás animales. A él no le importaba cuánto tiempo podía tardar o cuánto esfuerzo debía hacer, sólo lo hacía desinteresadamente, a pesar de las burlas de los otros animales.
Así que, agradecido por la respuesta, Toti volvió a su hogar, reencontrándose en el camino con los demás animalitos que había ayudado. Estos le dijeron:
-Nos enteramos que vas a ser el nuevo rey, todos te apoyaremos, ya que nos demostraste que te interesa nuestro bienestar y nos ayudaste a pesar de los malos tratos que recibías.
Muy animado, el león sin melena continuó el camino de regreso a casa.
Por fin, luego de un gran viaje, se reencontró con su familia y lo recibieron con un gran saludo. Toti les contó todas las historias que había pasado. Todos estaban muy orgullosos de lo que había hecho.
Con el pasar de los años, Toti fue el mejor rey que habían tenido, claro está, con el apoyo de todos sus nuevos amigos. Entendió que el físico no era lo más importante, lo más valioso que podía tener era un gran corazón, generoso y desinteresado.
Y así fue como vivieron felices en la selva y con un rey sin melena.