Mi Cuento Fantástico 2023

Benito el conejo

Érase una vez, un pequeño bosque muy muy lejano llamado Alejandrina, donde, entre árboles de zafiro, casas de cuarzo y una muy hermosa, alta y larga cascada de cristales, vivía un grupo de animales que compartían, viviendo en alegría y tranquilidad. El cocodrilo Dondi portaba una espectacular sonrisa formada con jade. Fulgencio el pavo real presumía su peculiar plumaje azul con zafiros. Daruma la loba dorada, entre otros exóticos animales se llevaban muy bien y siempre compartían sus momentos juntos. En el mismo lugar, sin embargo, había un conejo llamado Benito, solo que nuestro pequeño amigo no era del todo feliz y esto se debía a que no portaba ni dientes preciosos, ni orejas cristalizadas y mucho menos un pelo dorado o plata. Se sentía muy solo en su madriguera, pero estar ahí era mejor que salir con los demás animales y sufrir acusaciones por ser diferente, soportar risas burlonas y todo ese tipo de crueles actos.

–¿Por qué soy así? ¿Nunca podré ser feliz? ¡Vaya qué triste estoy! –eran algunas de las cosas que Benito pensaba y se preguntaba por las noches.

Benito era un conejito muy dulce y amable, todo un explorador y aventurero, decidió una mañana soleada dejar a un lado su miseria y descubrir y adentrarse más en su hermoso bosque. Saltó, cantó y bailó. Mientras disfrutaba de su propia compañía, observó que se hallaba muy lejos de su hogar. Llegó la noche y un brillante cielo de estrellas conformadas por resplandecientes diamantes cubrió sus ojos de infinita impresión. –¡WAOO! –dijo Benito, mirando hacia el cielo. Entre el manto oscuro de la noche, rodeado de gigantescos árboles y sonidos extraños que le provocaban incertidumbre, Benito buscó un refugio para sentirse seguro. Encontró una pequeña y abandonada madriguera, y, estando ahí, su tristeza y ansiedad volvieron y una vez más se cuestionó “¿por qué siendo un buen ser, estoy tan solo? “¿Por qué no soy tan especial como los demás?” En ese instante observó una luz que iluminaba todo el bosque y sintió curiosidad por ver de donde provenía esa increíble iluminación que apaciguaba sus temores.

Lentamente salió y visualizó una redonda y gigantesca luna llena, con una mirada tierna y una gran sonrisa. Ella se dirigió a él con una dulce voz: –Benito, ¿qué haces solo, tan lejos de tu hogar? Benito contestó: –Estoy solo desde hace un largo tiempo, ya que los demás animales me excluyen y se alejan de mí porque soy diferente, no poseo colores exóticos o piedras preciosas, por lo tanto se burlan cuando me ven. Con una sonrisa cálida, la luna agregó: –Observa Benito, estoy rodeada de estrellas las cuales se asemejan a hermosos y perfectos diamantes, nubes esponjosas como algodones de azúcar y mi hermano el Sol, siendo la estrella mayor que me comparte su luz para yo poder resplandecer el cielo nocturno; y como te das cuenta todos somos parte de un hermoso conjunto aunque seamos diferentes; a pesar de que yo no poseo luz propia soy necesaria para brindar la luz en la oscuridad. Puede que no tengas un pelaje de plata o unos ojos de rubíes, pero estoy segura que tu corazón es más valioso que el oro, ya que resguardas el respeto, el amor, la compasión hacia los demás sin guardar rencor y sin ofender, y eso es más importante que la belleza exterior.

A partir de ese día, Benito aprendió a amarse y aceptarse tal y como era, con sus grandes virtudes y sus defectos. Una mañana, Benito se armó de valor, reunió a los animales y les compartió la enseñanza que la luna le brindó esa resplandeciente noche; les explicó que todos somos iguales a nuestra manera, les expuso lo mal que él se llegó a sentir por el maltrato psicológico, verbal y social que le hacían, y así sus compañeros del bosque cambiaron sus actos inapropiados. Benito aprendió la importancia del amor propio y del respeto hacia los demás, el bullying desapareció por completo y en su lugar florecieron la amistad y la solidaridad. Benito se convirtió en uno de los animales más queridos del bosque de Alejandrina. Ya no sentía soledad ni tristeza, sino que estaba feliz y rodeado de amigos que apreciaban su bondad y ternura.



Autor(a)
Kyan Jacob Baltonado Hernández

Escuela
Joaquín García Monge
Docente
Jaqueline Toledo Arana

Director(a) y Docente Marlene Chaves Duarte

Dirección Regional
Desamparados

Bibliotecólogo(a)
Yirlane Conejo Rojas