Mi Cuento Fantástico 2023
Viaje al fondo del mar
Una mañana Samuel estaba bajo el agua buscando tesoros y observó un pedazo de madera vieja y misteriosa. Al buceador le intrigó mucho, la tomó y al salir a la superficie la mostró a Carlos. La examinaron y lo que vieron fue increíble, era el mapa del tesoro del pirata Ojo Celeste. Era el tesoro más buscado, pero era nada más la mitad del mapa. Él volvió a su casa caminando y juró encontrar la otra parte. Cuando regresó con su familia le dijo a su esposa Margarita: –¡no me vas a creer, encontramos la mitad del mapa del tesoro del capitán Ojo Celeste!. Su esposa Margarita no se entusiasmó, pues Samuel a pesar de su bondad y ser buen esposo vivía de muchas fantasías.
Al día siguiente Samuel se reunió con Carlos y buscaron el pedazo del mapa faltante. Pasaron los días y acababan las esperanzas de su esposa y de Carlos, menos una, la de Samuel. Una tarde buceando, él encontró un trozo de madera muy parecida al mapa que le faltaba la mitad. Se entusiasmó mucho, la tomó y subió al barco para inspeccionarlo. Cuando Samuel llegó al barco, unieron los dos fragmentos y vieron que encajaban perfectamente. Samuel llegó a casa y le contó a Margarita lo que había pasado. Después de escuchar todo, Margarita entusiasmada le dijo a su marido:
–¿Cuántos días estarán fuera de casa buscando el tesoro?
– No lo sé, al menos una semana –explicó él.
– Cuidado con el gran tiburón, prefiero que estés con nosotros a cualquier tesoro.
Al día siguiente Samuel se despertó antes de los primeros rayos del sol para ir a la aventura; nadie estaba despierto a esa hora, se encomendó a la Virgen del Carmen y salió de su hogar. A los pocos días de haber zarpado, se encontraron con un muy mal tiempo, caían truenos y las olas parecían montañas. Al capitán le costó mucho salir de ahí, pero su destreza y valor superaron la furia del mar. Samuel al otro día dijo a Carlos: –¡creo que en el arrecife de coral que está abajo del barco está el tesoro! Ayer no pudimos sumergirnos por el fuerte oleaje, pero hoy el día es perfecto.
El capitán revisó y supo que era el lugar donde se encontraba el tesoro. Samuel se alistó con el traje de buzo y se sumergió hasta que llegó a una cueva deslumbrante llena de oro y joyas preciosas. Samuel intentó tomar algunas joyas, pero, miró el tiburón gigante de la leyenda, dejó caer su linterna y se aterró aún más. Se marchó de ahí más rápido que un pez vela. Samuel salió a la superficie y muy nervioso contó lo que miró. Pero, sorprendentemente, anunció que lo intentaría otra vez el día siguiente, pues su fe era más poderosa que cualquier tiburón.
Al amanecer, antes que despertara el capitán, Samuel escribió una carta para su familia. Luego se sumergió al mar. Aquella mañana el sol brillaba con mayor claridad y al sumergirse en las aguas notó que los rayos se filtraban con más profundidad, iluminando los corales que cubrían una enorme roca que se asemejaba a un tiburón. El miedo desapareció de su cuerpo y se convirtió en una alegría más grande que aquel monstruo hecho de piedras y corales. Fue cuando entendió la astucia de Ojo Celeste: inventó la leyenda del tiburón gigante, para proteger el tesoro de aquellos que por miedo o ambición quisieran apoderarse del tesoro sin tener la verdadera valentía.