Mi Cuento Fantástico 2024

Había una vez una oruga que se llamaba Laura, ella vivía en el parque de Madrid y soñaba con tener alas para explorar el mundo. Tenía dos amigos, Juan el escarabajo y Mafalda la hormiga. A los tres les gustaba decorar sus casas con minerales, piedras preciosas, rocas, pero también utilizaban lo que los seres humanos dejaban tirado en el bosque para crear sus muebles, ropas, vajillas y demás. Un día, mientras la oruga y sus amigos recolectaban todo tipo de artefactos y comida, hallaron un avioncito de juguete. -Mmm.... parece que necesita unos arreglos. Yo puedo repararlo -dijo Juan. -Excelente, entonces llevémoslo a tu vivienda -dijo Mafalda.

Finalmente, cuando lograron que el motor del avioncito encendiera, se abrieron las puertas. Dentro había una cabina y un mapa. -¡Podríamos cumplir tu sueño Laura! -dijo Mafalda. -¡Sí! Solo hay que mejorar un poco el avión y listo -dijo Laura. Así que se pusieron manos a la obra. Hicieron que la puerta deslizante funcionara, pusieron tres camas, un mueble, la vajilla, cocina, refrigeradora y otro piso de legos con pegamento y ahí pusieron un telescopio de buena calidad. Partieron y exploraron muchos lugares de Europa, Oceanía, Asia, África y la Antártida, y en cada uno de estos lugares recolectaron cosas increíbles que nunca habían visto.

Cuando llegaron a América, exploraron la mayoría del continente americano y al medio día estaban muy cansados, así que decidieron dormir un poco. De repente, Juan y Mafalda notaron que Laura estaba haciendo su capullo, así que la dejaron descansar, esperaron mirándola un buen rato, hasta que finalmente salió; era una hermosa mariposa Morpho azul, sus alas eran brillantes y coloridas. -¡Qué hermosas alas! -dijeron sus amigos con asombro. Después de que Laura despertó, terminaron de ver América y decidieron poner fin a su viaje y regresar a Madrid. Mientras iban volando y estaban muy ocupados con sus cosas, ¡pum! la nave empezó a caer y llegó al Océano Atlántico. -¡Nos estamos hundiendo! -dijo Juan. -¡Haz algo! -dijo Laura.

De la nada, un botón en forma de un submarino salió y sin dudarlo, con sus últimas fuerzas, Mafalda lo presionó...El avión se convirtió en un submarino. -¡Qué bien! -dijeron los bichos. Había tapas de lapicero cerradas con oxígeno para poder respirar, trajes de buzo para bicho, comida y lo más interesante, una caja con cerrojo que tenía unas extrañas letras llamadas notas musicales, la cual querían abrir, pero no tenían cómo hacerlo, porque no tenían las llaves. Ahí se quedaron unos días para arreglar su nave y explorando más el submarino, hallaron una llave. -¿Será que esta llave nos sirve para la caja de notas musicales? -dijo Mafalda. -¿Qué tal si lo abrimos? -dijo Juan. -¡Sí! Sería una gran idea -dijo Laura.

Entonces pusieron la llave en la caja y ¡vaya sorpresa! Se abrió. Adentro había un pequeño trombón hecho de bonsái y decidieron llevarlo con ellos a Madrid. En el viaje de regreso descubrieron un botón secreto, era el piloto automático. Entonces lo activaron y se fueron a disfrutar del telescopio que tenía la nave. -¡Los planetas, estrellas y cometas son muy bonitos! -dijo Juan. -¿Algún día podemos ir ahí? -dijo Mafalda. -¿Quién sabe? ¡Tal vez sí! -dijo Laura. Cuando volvieron al parque, contaron a todos los animales y bichos sobre su viaje y los maravillosos lugares que conocieron. Desde entonces, los tres amigos emprenden cada vez que pueden un viaje a lugares mágicos y desconocidos y sueñan con algún día visitar las estrellas.